Por primera vez en la historia, más del 50% de la población mundial vive en áreas urbanas y se estima que en 2050 este porcentaje ascenderá al 70% en comparación con el casi 30% registrado en 1950 (División de Población de las Naciones Unidas, 2010). Junto con el impacto del cambio climático, este periodo de un crecimiento urbano sin precedentes está creando numerosos retos medioambientales para las ciudades europeas debido a la pérdida de biodiversidad urbana.
Con la previsión de crecimiento existente, la demanda de recursos naturales cada vez más escasos no para de crecer. Las ciudades consumen el 75% de los recursos naturales del mundo y el 80% del suministro global de energía y producen aproximadamente el 75% de las emisiones globales de carbono.
En este escenario nació en 2011 el proyecto TURAS con el objetivo de que las ciudades europeas y las áreas rurales circundantes fuesen más resilientes y sostenibles ante los diferentes retos a los que se enfrentan. TURAS permitió acercar a comunidades urbanas y empresas con autoridades locales e investigadores para facilitar una gobernanza adaptativa basada en un proceso de toma de decisiones colaborativo y un cambio conductual que facilitase el proceso de transición. Para asegurar el máximo impacto y alcanzar resultados significativos, los socios del proyecto procedentes de 16 países investigaron, desarrollaron, demostraron y difundieron estrategias y escenarios de transición para ayudar a las ciudades europeas y las zonas rurales cercanas a conseguir la resiliencia.
11 ciudades europeas (Bruselas, Dublín, Londres, Roma, Sofía, Liubliana, Nottingham, Málaga, Rotterdam, Stuttgart y Aalborg) estuvieron involucradas en los estudios piloto de TURAS. Dichos estudios estaban enfocados en diferentes campos, como la adaptación y la mitigación del cambio climático, la escasez de recursos naturales y su uso sostenible, la dispersión y el planeamiento urbano, la infraestructura verde, el desarrollo de la economía local sostenible (economías de circuito corto) y la participación ciudadana en ámbitos tales como el uso de áreas marginales (solares abandonados y edificios) para incrementar la biodiversidad urbana. Cada ciudad estaba centrada en uno de estos aspectos y tras los cinco años de trabajo del proyecto generaron un enfoque integrado para la resiliencia urbana y la sostenibilidad. En Málaga, por ejemplo, BIOAZUL evaluó las prácticas de gestión de residuos sólidos urbanos de la ciudad desde el punto de vista del concepto de la “Gestión Integrada y Sostenible de Residuos Sólidos” (ISSWM – siglas en inglés).